MITOLOGIA DE ARIES.
Aries mitológico es el vellocino de oro, llamado Crisómalo en la mitología. Es una fabulosa creación de Hermes y de Zeus que fue enviada a salvar a dos infortunados niños en la antigua Grecia, constituyendo así una historia típica de muchos cuentos de hadas.
Hubo una vez una reina ambiciosa, llamada Ino, que no quería a los hijos de su esposo; eran Frixo, un hermoso doncel y su hermana Hele. Por medio de engaños la reina se encargó de convencer a su marido de que los niños debían ser sacrificados vivos a Zeus. En el momento crítico en que esto iba a suceder, Crisómalo arribó repentinamente desde el Olimpo, se echó a los niños al lomo y voló con ellos rumbo a la seguridad por encima del mar. Aunque Frixo se aferró a las cabelleras de oro del carnero, Hele perdió el equilibrio y cayó al agua en un lugar que lleva el nombre de Helesponto.
Frixo llegó a las costas de la Cólquida en el Mar Negro. Ahí, en honor de su vuelo milagroso, sacrificó a Zeus el carnero de oro. Su valiosísima piel fue después colgada como un tesoro nacional en un bosquecillo sagrado y guardada por un dragón hasta muchos años después, cuando los intrépidos argonautas, conducidos por Jasón, lograron robársela.
El vellocino de oro representa un tesoro mágico casi imposible de obtener.
MITOLOGIA DE TAURUS.
El Toro es un símbolo antiquísimo de fertilidad y fortaleza.
En Egipto se veneraba a los toros sagrados y luego, después de muertos, eran momificados y colocados en enormes ataúdes de piedra que todavía se ven en la ciudad de Menfis.
Es el símbolo de la era de Taurus ya decadente en ese momento.
En Creta el toro era un dios; los cretenses simbolizaban el mundo entre los cuernos de un toro y, cuando éste los movía, la tierra temblaba y se abría.
Los griegos concebían al toro como una criatura noble, aunque agresiva y, también, como la encarnación de la concupiscencia y de la pasión viril; por ello Zeus, jefe del Olimpo, eligió la forma de un toro para seducir a la hermosa virgen Europa.
Según la mitología, un día estaban Europa y sus compañeras de juegos en la playa de Tiro cuando ella vio a un toro de color blanco, inmaculado y de cuernos como gemas, que estaba pastando cerca. Atraída por su aparente mansedumbre y hermosura, Europa se montó en el lomo del toro y empezó a tejer guirnaldas de flores alrededor de sus cuernos. De repente, se vio arrebatada por encima del mar, todavía en los lomos del toro; luego fue llevada a Creta, donde se convirtió en madre de reyes y le dio el nombre a un continente entero.
Terminada su aventura, Zeus colocó al toro llamado Taurus entre las estrellas, donde intervino en la vida de un grupo de hermanas perseguidas por el ardiente cazador Orión.
Estas hermanas eran las Pléyades, hijas de Atlas.
Temerosas de la pasión de Orión, ellas le rogaron a Zeus que intercediera en su favor y éste, accediendo, las transformó en estrellas y las puso en sitio seguro, colocándolas en el cielo como un racimo en el lomo de Taurus.
Cinco de las hermanas de las Pléyades, llamadas Híades, fueron transformadas de una forma semejante, no por causa de Orión, sino debido a su tremenda pena por la muerte de su hermano Hías. Estas Híades siguen llorando todavía y, cuando lo hacen, llueve en algún lugar de la Tierra, según la leyenda.
La función protectora de Taurus con las hijas de Atlas contrasta con sus actividades más concupiscentes y agresivas como amante de Europa. Taurus es una mezcla de pasión y de sentido protector.
La belleza es el otro aspecto de Taurus: la belleza del blanquísimo toro, con sus cuernos adornados con flores y sus ojos como joyas. Taurus posee una de las cuatro estrellas llamadas regias; es el ojo del toro o Aldebarán.
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